viernes, octubre 13, 2006

Cervantes

-¡Oh, malaventurado escudero, alma de cántaro, corazón de alcornoque, de entrañas guijeñas y apedernaladas! Si te mandaron, ladrón, desuellacaras, que te arrojaras de una alta torre al suelo; si te pidieron, enemigo del género hunmano, que te comieras una docena de sapos, dos de lagartos e tres de culebras; si te persuadieran a que mataras tu mujer y a tus hijos con algún truculento y agudo alfanje, no fueras maravilla que te mostraras melindroso y esquivo;

1 comentario:

LR dijo...

Ok, muy pronto ya estaré arreglando eso.
Luz. Dulces.